miércoles, 13 de febrero de 2013

Antología de Poesía italiana Contemporánea [Prólogo, selección y traducción de Horacio Armani]

¿Cómo empezar a leer poesía de otro país? ¿Y qué pasa cuando, además, en ese país se habla otro idioma? Uno comienza con las traducciones, y en especial con las antologías, los panoramas. No recuerdo haber leído ninguna historia de la literatura italiana. Leí una antología elaborada por Pablo Anadón sobre la poesía última de ese país, y algunas cosas sueltas más (¿un CEAL viejo?). Ignoro enciclopédicamente el "tema": para empezar, no tengo ni de cerca idea del italiano. Pero hay que reconocer (y esto lo he aceptado hace relativamente muy poco) que las traducciones son una puerta de acceso validísima y hasta obligada a literaturas de otras lenguas, un umbral, vagaroso pero necesario y que en algo saciará nuestra curiosidad, nuestro eventual entusiasmo. 

También hay que reconocer que las traducciones son parte del acervo poético de un país dado. Por más que nunca lea del original, algo sé de lo que se ha hecho en Italia: gracias, por ejemplo, a Horacio Armani; al libro, más específicamente, que comento ahora. Libro que me prestó el amigo Guidi hará uno o dos años, y que ahora volvió a facilitarme.

Armani (de quien prácticamente no he leído lo que se dice nada) traduce lindo: los versos de su antología suenan bastante bien. El primero de los poetas antologados nació en 1798; el último, en 1945. El orden del libro obedece a un criterio estrictamente cronológico. Cada poeta (de quien, si es "menor", se ofrecen a veces sólo tres poemas, y, si es "importante", varios más) tiene su correspondiente presentación: datos biográficos, comentarios sobre su obra (que generalmente son breves extractos de, al parecer, ensayistas italianos), datos bibliográficos. El libro es grueso (405 pp.) y pesa lo suyo.

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¿Qué me pareció el libro? Armani traduce a muchos poetas nacidos, digamos, entre 1900 y 1920. A medida que se acerca al presente (y la antología fue publicada en 1997), hay cada vez menos autores. En cuanto a lo previo a 1900, se trata de "antecedentes importantes" para lo que el traductor llama "poesía contemporánea". Hay meticulosidad en el trabajo, y no sólo en lo que hace a las traducciones (que, como digo, suenan muy bien), sino al marco que las alberga: la introducción, la nota biobibliográfica, la bibliografía de consulta. ¿Es un buen primer acceso a la poesía italiana? Seguramente hay quien se sentirá, a partir de tan encomiable y por momentos entusiasmadora labor, impulsado a ahondar, a bucear en bibliotecas, librerías (y en la red), y, con suerte, profesores de italiano.

Personalmente, la lectura de este tipo de antologías (tantos poetas, tan pocos poemas por autor, a veces) un poco me frustra. Y me frustra porque dicha lectura, hecha, como hago con todo lo que leo, de corrido (de sopetón, más bien), no deja en mí demasiados nombres. Recuerdo, quiero decir, que están los de siempre: Ungaretti, Montale, Pavese, Pasolini... Pero los menciono ahora porque ya sabía de su existencia, de la  seguramente apenas vislumbrada materia de sus versos. Muy pocos poemas me fascinaron tanto como para impulsarme a fijar un nombre (Pagliarani, por caso).

Y ahí es cuando me pregunto si a la poesía es válido estudiarla. Quiero decir: eso mismo que decía más arriba, la famosa ignorancia enciclopédica (en este caso, de la poesía italiana, y de su literatura en general) ¿es necesario que la convirtamos --paciente, metódicamente-- en erudición? "¿Por qué Italia, por qué el italiano?", me pregunto de inmediato.

Como comienzo a hacerme (de un modo torpe, precario) una pobre idea de la literatura en francés, luego de algunos años ya de lectura obcecada, a lo bruto, incluso, de la misma, me doy cuenta de que, en lo que a mí hace, este volumen que publicó Armani es un apagadísimo trasunto de aquello de lo que pretende dar cuenta. Siempre será arduo y difícil, si no imposible, enterarse de qué sucede en otro sitio. Está el gabagay (?) inicial y está el ars longa, vita brevis, que para todo, en estas cuestiones, corre.

Pensemos, si no, en la poesía argentina. ¿Cuántos libros ha sido necesario leer (y no me refiero a obras de consulta, sino a la literatura en sí) para empezar a ver que lo que se entiende por "sistema de la poesía argentina" es cualquiera? ¿Qué es saber de poesía? ¿Qué es ser entendido en poesía argentina? Nada, o simplemente una pedantería y un desconocimiento ignaros (una impostura académica, incluso) en cuestiones que hacen al Arte y sobre todo a la vida? 

¿Qué es haber leído, pongamos, a Borges? ¿Se lo domina? ¿Se sabe de él? Y, sin embargo, la lectura (y las eventuales, deseables relecturas) son lo fundamental y primero. Borges, sí, puede ser conversar (y tantas veces parlotear) sobre Borges, pero sobre todo, si hablamos de él, sobre todo porque lo hacemos en tercera persona, es saber que tendríamos que hacerlo como si nos refiriéramos a alguien más o menos conocido (quizás amigo; quizás referente: porque lo veneramos; quizás como detractores: porque creemos que "pesa" demasiado: demasiado incómodo el "sujeto"); esto es, que, así como no conocemos ni al mejor amigo (asi como no nos conocemos ni a nosotros mismos: de un modo cabal, completo, acabado), nada tendríamos para decir a ciencia cierta de él: de su singularidad irrepetible. Todo son tanteos, hipótesis, inverificable sensación de intelección (de intuición o empatía, más bien), obnubilaciones, desencantos y extrañezas varias. Todo: sin solución de continuidad. 

Por eso, humanamente, las relecturas. La poesía al menos --lo dijo no sé quién, creo que citado por Daniel Freidemberg en un blog suyo-- no es mercancía de consumo, no la desechamos: uno vuelve a leer, porque el libro no se agota. Es tal cual el aforismo de Nietzsche: una vez descifrado un determinado texto, recién empieza "la cosa": queda para toda la vida el interpretarlo.

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Antología de la Poesía italiana Contemporánea. Prólogo, selección y traducción de Horacio Armani. Losada / Ediciones Unesco. Buenos Aires (Argentina), 1997. 

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